viernes, 19 de noviembre de 2010

DE SENTIDO COMUN

Es el título de la columna que escribe todos los viernes el educador León Trahtemberg en el diario Correo. El tema del día de hoy es muy interesante, pues son muchos docentes y directores de colegios quienes viven en carne propia este tipo de experiencias. Y en el largo plazo son los engreidos de la casa los que padecen las consecuencias. A ver si entienden:

Padres: más quejas, menor nivel de estudios
19 de Noviembre del 2010

LIMA | Padres: ¿quieren afectar negativamente el nivel de estudios de sus hijos? Aquí va la receta. 1) Hagan las tareas por sus hijos. Con ello convertirán el engaño en un valor y reducirán los niveles de responsabilidad de sus hijos por sus acciones. 2) Presionen a los directores para que pongan a sus hijos en las clases que ustedes prefieren con el profesor y los alumnos más populares. Con ello debilitarán la autonomía escolar y la exigencia a sus hijos para aprender a arreglárselas por sí mismos aun en ambientes menos favorables. 3) Quéjense por el alto nivel de exigencia y evaluaciones de los profesores y por las múltiples horas que tienen que invertir para estudiar. Con ello lograrán que los profesores bajen el nivel de exigencia y que sus hijos se dediquen menos a los asuntos escolares. 4) Quéjense de que el currículo es irrelevante o inapropiado para la edad de su hijo. Eso legitimará el derecho de sus hijos a no esforzarse. 5) Amenacen con tomar acciones legales contra el colegio o profesor si es que no se atienden sus demandas por algún tema o la revocación de algún castigo. Eso consumirá mucho tiempo del director y profesores y agregará costos legales que se deducirán del presupuesto educativo.

Como consecuencia natural de todo esto, los profesores gastarán mucha energía en agradar a los padres y prevenir choques con ellos, bajarán la guardia, exigirán menos, reducirán las tareas y la frecuencia de los controles o pruebas de evaluación, relajarán el control de la disciplina para no tener que dar explicaciones al director y con ello reducirán las ocasiones en las que haya que citar a los padres por los problemas de rendimiento o conducta de sus hijos.

Les habrán hecho la vida fácil a sus hijos. En lo inmediato, se lo aplaudirán. En el futuro, no les perdonarán haberles impedido recorrer el camino de la superación personal. Los habrán convertido en discapacitados emocionales y sociales, limitando sus metas, debilitando su capacidad de adaptarse y apelar a sus propios recursos para exigirse y alcanzar los logros que su esfuerzo hubiera merecido.

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