viernes, 29 de octubre de 2010

DE SENTIDO COMÚN

Transcribo la columna de León Trahtemberg publicada en el diario Correo de hoy. El señor T. es un pedagogo de reconocida trayectoria y sus aportes son siempre de gran interés para quienes nos desenvolvemos en el área educativa. Particularmente comparto de manera absoluta su posición expuesta en este artículo.

¿Se puede innovar sin libertad?
29 de Octubre del 2010

LIMA | ¿Se puede cultivar el amor por las ciencias y desarrollar el espíritu de innovación científica en los niños y jóvenes si la enseñanza de ciencias consiste en entrenarlos para pasar pruebas escritas? Si a los niños no se les enseña a observar, investigar y descubrir, sino a aprobar exámenes estandarizados, no se abre el espacio y el tiempo para el trabajo creativo e innovador. Esto es esencial para cultivar las capacidades científicas y el interés por la investigación que se expresará posteriormente en las carreras que elijan para su educación superior.

En una típica clase escolar de ciencias hay unos 30 alumnos de la misma edad que se sientan en un formato cuadriculado rígido de carpetas alineadas, para seguir secuencias de clases de 45 minutos en las que rotan de curso a curso y de profesor a profesor. Así, por 11 años escolares los niños escuchan, apuntan datos, memorizan textos, dan exámenes repitiendo lo anotado en la clase, marcan respuestas en pruebas de selección múltiple o hacen ejercicios que replican los resueltos en clase. Se asume que hay una y sólo una manera de llegar a la única respuesta correcta. Quien llega, es premiado. Quien se equivoca, es sancionado, matando la esencia de la investigación. Los alumnos son obligados a aprender religiosamente el catecismo de la ciencia y a tener fe en las verdades que transmite el profesor.

Esto contradice la docencia, orientada a abrir la mente de los alumnos y permitirles navegar hacia los infinitos horizontes a los que ésta pudiera llegar, para lo cual cometer errores es parte no sancionable del aprendizaje.

Una pedagogía así no se condice con la planificación milimétrica exigida actualmente por las autoridades escolares, que usualmente pretenden preestablecer con precisión hora por hora qué es lo que los alumnos deberían hacer en clase y de qué modo y con qué resultado.

Sin libertad para que los profesores de ciencias hagan pensar, curiosear y explorar a los alumnos, no será posible que ellos piensen e investiguen y se enamoren de las ciencias. Eso requiere un sistema de gestión escolar "siglo XXI". Ya es hora.

No hay comentarios:

Publicar un comentario